Las aguas mineromedicinales se han usado desde la antigüedad debido a sus propiedades curativas y beneficiosas para la salud, ya fuera en forma de baños o mediante ingestión. Es muy conocido el desarrollo que alcanzaron las termas en la civilización romana, extendida a lo largo de todo su imperio. Asimismo, durante el periodo de dominación árabe se hizo un uso generalizado de la cultura del agua en todas sus vertientes, incluido el desarrollo de instalaciones balnearias por el territorio.
Durante la Edad Media y hasta finales del siglo XVIII se produce una decadencia total de esta clase de establecimientos, para resurgir con fuerza durante siglo XIX y primeros del XX.
Durante las últimas décadas se ha producido un auge en la utilización de las aguas minero-medicinales, con un resurgimiento de parte de las antiguas instalaciones balnearias y un importante apogeo en el sector de las aguas envasadas.
Las aguas minero-medicinales son un complemento a la medicina tradicional que se ha empleado desde la antigüedad. Son aguas con componentes minerales, los cuales favorecen la curación de ciertas enfermedades. Los balnearios se construyen en los manantiales para dar sus tratamientos basados en las aguas.
Composición del agua
Las propiedades curativas de las aguas minero-medicinales se deben a su composición química y a los agentes biológicos que contienen. Este agua procede de la lluvia, que al infiltrarse en el subsuelo atraviesa rocas y materiales sedimentarios, obteniendo así las sales minerales y los iones que van a definir sus características curativas. A lo largo de este proceso el agua se enriquece también con sustancias orgánicas que le confieren efectos terapéuticos para la salud de las personas.
Composición del agua
Las propiedades curativas de las aguas minero-medicinales se deben a su composición química y a los agentes biológicos que contienen. Este agua procede de la lluvia, que al infiltrarse en el subsuelo atraviesa rocas y materiales sedimentarios, obteniendo así las sales minerales y los iones que van a definir sus características curativas. A lo largo de este proceso el agua se enriquece también con sustancias orgánicas que le confieren efectos terapéuticos para la salud de las personas.
Las aguas minero-medicinales deben ser empleadas directamente en los manantiales, ya que su almacenamiento y transporte pueden modificar su composición y reducir su efectividad.
Para que un agua sea reconocida como minero-medicinal debe contar con un informe favorable del Ministerio de Sanidad, así como pasar diversos controles químicos y biológicos. Estos análisis son realizados por cada comunidad autónoma, y no existe una normativa nacional que los regule. Sin embargo, anualmente se celebran congresos de hidrología médica en los que se alcanzan acuerdos en cuanto a la proporción de elementos químicos que deben estar presentes.
España cuenta con más de 2.000 manantiales de agua minero-medicinal, que son más abundantes en las provincias de Guipúzcoa, Málaga, Granada, Gerona y Ciudad Real. Sin embargo, para que un manantial sea considerado un balneario debe contar no sólo con las aguas, sino también con profesionales sanitarios e instalaciones adecuadas que permitan aplicarlas para tratar distintas dolencias. Además, factores esenciales a los balnearios, tales como los cambios en la alimentación, el reposo y el ejercicio programado contribuyen también a aumentar la efectividad de las curas termales.
Un factor importante a la hora de decidirse por un balneario u otro es la composición de sus aguas, ya que en función de la misma y de cómo se apliquen servirán para tratar diferentes enfermedades.
La Sociedad Española de Hidrología Médica, expone que, existen diversas clasificaciones de las aguas minero-medicinales, siendo la más usada la clasificación química por el contenido aniónico/catónico predominante, donde un anión/catión debe aparecer más del 20% de la mineralización global para clasificar el agua como tal. Se debe saber que un agua minero-medicinal puede compartir características de la siguiente clasificación con oligoelementos responsables de otras acciones.
Aguas Dependiendo de su composición en minerales
Aguas bicarbonatadas
Predomina el anión bicarbonato y su mineralización global es superior a 1g/L. Son aguas alcalinas y frías, de baja mineralización y de carácter diurético que actúan sobre el metabolismo en general. Si se toman en grandes cantidades durante las comidas, ayudan a facilitar la digestión, estimulando la secreción pancreática. Si se toman en ayunas, atacan a la acidez gástrica, ya que alcalinizan el pH gástrico. La manera más común de tomarlas es en bebida. Están en, Mondariz, Marmolejo...
Existen diversos tipos al mezclar su composición con otros minerales:
- Sódicas: tratan afecciones gástricas, dispepsias, diarreas, enfermedades hepáticas, úlceras duodenales, dispepsia intestinal, y cálculos renales.
- Cálcicas: ayudan a digerir los alimentos, y las dispepsias.
- Bicarbonatadas mixtas: efecto similar a las anteriores.
- Bicarbonatadas-sulfatadas: para estreñimiento, intoxicaciones hepáticas.
- Bicarbonatadas-cloruradas: tratan los reumatismos.
Aguas cloruradas
Son aguas profundas, relacionadas con fallas volcánicas y filones metálicos. Predomina el anión cloruro y los cationes predominantes suelen ser el sodio, el calcio o el magnesio. La mineralización total debe superar 1 g/L. En España, se encuentran en: Fortuna, Fitero, La Toja, San Juan de la Font Santa... Se agrupan según su mineralización en:
- Fuerte mineralización (más de 50g/l): frías y no gaseosas,
- Mediana mineralización: con características similares a las anteriores,
- Débiles: suelen ser termales iso o hipotónicas y con elevada radiactividad.
Sus acciones dependen de los sistemas orgánicos de la mineralización total del agua y de la vía de administración. Si se beben, estimulan la secreción gástrica y el peristaltismo intestinal. En forma de baños, como son hipertermales disminuyen la contractura muscular, aumentan el flujo sanguíneo y tienen una función analgésica. Si contienen sodio, tienen efecto antiinflamatorio. Se aplican también en duchas, chorro y piscinas, aumentando así las defensas de la piel y mucosas. Estas aguas estimulan las funciones endocrinas, orgánicas y metabólicas.
Son estimulantes de múltiples funciones Se suelen usar en reumatología, dermatología, ORL, afecciones respiratorias crónicas, y en estados de agotamiento psicofísicos.
Aguas ferruginosas
El hierro (más de 1 mg/l) es el mineral que predomina en estas aguas, aunque suele ir acompañado de sulfatos o bicarbonatos. La biodisponibilidad del hierro en estas aguas es muy alta por la presencia de otros oligoelementos. Su principal línea de tratamiento son las enfermedades de la sangre, ya que son consideradas como reconstituyentes. Enfermedades como la anemia, los trastornos de desarrollo en la infancia como al obesidad infantil, los trastornos hepato-biliares son tratados con las aguas ferruginosas. Existen en Graena, Incio, Fuencaliente...
Aguas sulfuradas
Contienen más de 1mg/L de azufre bivalente, normalmente bajo las formas de ácido sulfhídrico y ácidos polisulfhídricos. Por ello poseen un olor similar a huevos podridos. El azufre puede venir dado por materia orgánica: algas (baregina), y bacterias (sulfobacterias o sulfuraria).
Existen dos tipos: sódicas o cálcicas. Son aguas hipertermales, con un pH de 6.5. Salen en: Cuntis, Caldas de Bohi, Caballino, Lugo, Archena, Ledesma...
Esta agua tiene gran capacidad óxidorreductora sistemática. Ayudan en las enfermedades de las vías respiratorias, como la bronquitis, laringitis, rinitis crónica, asma bronquial; en las relativas a la piel: eczemas, psoriasis, queratosis, prurigos, y en los procesos ginecológicos y postoperatorios, reumatismos, afecciones hepáticas... No se deben tomar si se padece hipertensión o hemoptisis.
Aguas sulfatadas
Predominan los aniones sulfato con diferentes cationes. La mineralización total debe superar 1g/L. Dependiendo de donde surja, su mineralización y temperatura pueden variar. Se encuentran en Cestona, Montanejos, Vallfogona...
Tipos:
- Sódicas y Magnésicas: aguas purgantes-laxantes, utilizadas en intoxicación alimenticia o medicamentosa, dermopatías o pruritos.
- Sulfatadas cloruradas: utilizadas para afecciones del aparato digestivo, estreñimiento, gastritis crónicas hiposecretoras, enterocolitis, afecciones hepatobiliares...
- Sulfatadas cálcicas y sulfatadobicarbonatadas cálcicas: su acción diurética favorece la eliminación del ácido úrico. Son usadas para tratar la gastritis y dispepsias gastrointestinales, afecciones de las vías biliares, en afecciones intestinales y hepatopatías.
Aguas radiactivas
Tienen en su contenido gas radón, el cual posee características sedantes y analgésicas, y se recomiendan para el estrés o la depresión. Son buenas para las afecciones circulatorias del aparato respiratorio y digestivo y los procesos alérgicos-reumáticos-metabólicos. Se debe saber que las dosis de radiactividad nunca suponen un riesgo. Están en Caldas de Bohí, Alange, Caldas de Oviedo...
Aguas carbogaseosas:
Contienen una concentración mayor de 250 mg/L de carbónico libre.
Los baños gaseosos tienen múltiples beneficios: producen estímulos respiratorios, dilatan los vasculares, aumentan la contracción fibra miocárdica, y funcionan de sedantes del sistema nervioso vegetativo. Por vía oral son estimulantes de la secreción gástrica y del peristaltismo intestinal. Aplicadas en baños a temperatura 33-35ºC, mejoran las enfermedades cardíacas crónicas, la arteritis obliterante, las enfermedades vasculares periféricas y los reumatismos. Se encuentran en Gerona...
Dependiendo de su origen:
- Superficiales: mares y lagos.
- Infiltración: están en la red hidrológica subterránea, gracias al ciclo hidrológico. Las aguas termales pertenecen a este grupo.
Dependiendo de su origen geológico:
- Magmáticas: su origen es eruptivo, lo que genera un caudal constante en composición y temperatura.
- Telúricas: tienen un caudal que cambia según la época del año al provenir de la filtración de las lluvias.
Dependiendo de su temperatura:
- Aguas frías: menos de 20ºC
- Aguas hipotermales o templadas: de 21º a 35ºC
- Aguas mesotermales o calientes: de 35º a 45ºC
- Aguas hipertermales o muy calientes: más de 45ºC
Dependiendo de su composición química:
La forma en que el agua termal alcanza la superficie hace que varié su composición. Si el agua está muy caliente, alcanzando el punto de ebullición antes de llegar a la superficie, sólo sale vapor. Los gases se mezclan con aguas frías y se oxidan, creando manantiales ácidos, de un aspecto lodoso causado al corroer el agua ácida la roca del perímetro. Si los manantiales tienen agua neutra o alcalina, ésta sale limpia y transparente.
- Manantiales de aguas ácidas: pH menor de 7
- Manantiales de aguas neutras: pH igual a 7
- Manantiales de aguas alcalinas: pH mayor de 7
El agua llamada neutra, usada para comer, se puede considerar agua minero-medicinal a pesar de su baja concentración de sales disueltas.
Aguas termales
Son aguas mineromedicinales que al surgir poseen una temperatura superior en cuatro grados centígrados a la media anual del lugar donde salgan. Se calienta el agua al pasar entre las distintas capas subterráneas, en las cuales las rocas están a alta temperatura. La existencia de minerales en su composición obtenidos de los lugares por donde pasa a través de disolución hace que estas aguas sean beneficiosas para el organismo.
Se debe saber que las aguas termales son también mineromedicinales, pero no todas las aguas mineromedicinales son termales, ya que existen aguas mineromedicinales frías.
Fonte da Gándara. Balneario Mondariz
Esta fuente de aguas minero-medicinales de composición ferruginosa se encuentra bajo un elegante y esbelto templete clásico realizado por el arquitecto Porriñés Antonio Palacios Ramilo en 1908. El pabellón que cubre la fuente presenta una planta cuadrada en la que se inscriben cuatro cuerpos abiertos semicirculares soportados cada uno de ellos por seis columnas graníticas de orden clásico, con un granito más pulido en los fustes y capiteles con decoración vegetal.
En el interior del recinto, de planta circular se ubica la propia fuente, aunque a un nivel inferior al del suelo. Se accede a la misma a través de una escalinata con varios niveles, en los que se sitúan unas barandillas que describen ondulaciones dinamizando el interior.
Desde el nivel inferior arrancan cuatro grandes columnas que sustentan los nervios de la bóveda de crucería estrellada, siendo culminado todo el conjunto por una gran cúpula de hormigón.
El manantial de Gándara fue descubierto en 1872 por el licenciado en Medicina y Cirugía D. Sabino Enrique Peinador Vela (1847-1917). Decía que estando Peinador en Pontevedra, le llegó una de las copias en las que figuraba el informe sobre las aguas de Troncoso que Domingo Blanco repartiera, animándolo a visitar las aguas.
Junto con un ingeniero, recorre la cuenca hidrográfica de la comarca, encontrando el Manantial de Gándara, que en estado primigenio no era más que una charca escavada en la tierra de aproximadamente un metro cuadrado y en la que podía advertirse la salida de numerosas burbujas.
Tras las posteriores inspecciones, concluyeron que se trataban de aguas fuertemente mineralizadas, el Sr. Peinador adquirió las tierras pantanosas en las que brotaban dichas aguas, asociando a su hermano Ramón, abogado de profesión.
En 1873, después de realizar los análisis pertinentes, las aguas obtuvieron la declaración de Utilidad Pública, y el 22 de febrero de ese mismo año Ramón Peinador solicitó la autorización necesaria para la apertura del “Establecimiento de aguas minerales acídulo alcalinas carbónico-ferruginosas de Mondariz” en el lugar Chan de Gándara, lo que fue aprobado el 16 de junio.
Las primeras obras para su acondicionamiento conllevaron un destierro que permitió comprobar como el agua surgía en una hendidura desde un suelo granítico a 18º C de temperatura, el tiempo que dejaron al descubierto restos de caños que hacían suponer la existencia de anteriores explotaciones. De este modo, las aguas quedaron ya captadas, saliendo al exterior por medio de tres caños, dos destinados a llenar las bañeras y uno para beber.
La fuente fue situada en un lugar espacioso y de fácil acceso, con el tiempo se construyó una fuente de hierro fundido y una cubierta que protegiera los agüistas de las inclemencias climatológicas, el tiempo que se cercó con una reja de hierro y se contrató a una persona para que administrara las aguas en vasos graduados a los enfermos.
Para darle una apariencia más acorde con un lujoso aspecto de Gran Hotel, pues se encontraba en el parque de este, se realizó un edificio, proyectado por los Sres. Palacios y Otamendi, con dos partes claramente diferenciadas, una destinada a la fábrica de embotellado y la otra para tomar las aguas. El edificio contaba con una altura de 28 m., con una cúpula de bronce y cristal, con cúpulas achaflanadas y numerosas columnas, y al tener veinticuatro columnas al exterior, seis en cada semicírculo y ocho en su interior.