Tóxicos cotidianos que nos rodean en nuestra vida. Las nuevas enfermedades y la contaminación química

Entrevista al periodista especializado ambiental y promotor del Fodesam. Carlos de Prada, autor del libro "Anti-Tóxico. Vive una vida sana", miembro de ISTA, nos habla de los productos tóxicos que nos rodean en nuestra vida. Premio Global 500 de la ONU. Presidente del Fondo para la Defensa de la Salud Ambienta.


Carlos de Prada, autor del libro "Anti-Tóxico. Vive una vida sana". Contraportada del libro:

"Vivimos rodeados de tóxicos. Nos llegan a través de la comida, el agua, los productos de la limpieza, pesticidas, cosméticos, etc. Y pueden generar problemas en nuestra salud. Anti-Tóxico, Vive una  vida más sana, es la respuesta a cómo evitar que estas sustancias dañinas nos afecten, proponiendo sencillas alternativas naturales y baratas, para llevar una vida más saludable y prevenir así la aparición de enfermedades. Propone, en definitiva, una nueva forma de vida, en la que el cuidado de la salud es lo primordial".

La obra está planteada desde un enfoque eminentemente positivo, intentando mostrar lo fácil que es sortear una parte de la contaminación química que llega a nuestros cuerpos,  frente a visiones pesimistas como ésas que llevan a decir cosas como que "de algo hay que morir".

Está escrito con afán de que sea leído fácilmente aún por las personas que no sepan nada de estas cosas. Es más, en alguna medida incluso por aquellas que dicen que prefieren no saberlas. Porque la táctica del avestruz no sirve y porque lo racional es conocer el problema, pero siempre desde la premisa de mostrar alternativas, que es lo que se hace.
  

El libro da claves básicas para comprender la seriedad del problema y minimizar sus consecuencias.

Trata de uno de los aspectos sanitarios más graves de cuantos en estos momentos afectan a las sociedades desarrolladas, pero sin que ésa trascendencia haga que el texto se vea innecesariamente recargado de términos técnicos e intentando que los lectores se conviertan en agentes activos de un cambio muy necesario y en el que, en la mayoría de las ocasiones, pueden participar muy fácilmente, mejorando su vida, la de sus familias y el estado del medio ambiente.

Las nuevas enfermedades y la contaminación química

Destacados médicos señalan la contaminación química como causa principal del cáncer. Hace unos años, un grupo de prestigiosos científicos, entre los que se contaban varios galardonados con el Premio Nobel, suscribieron el Llamamiento de París, en el que advertían de que la contaminación química está produciendo una pandemia silenciosa, que contribuye, entre otras cosas, al crecimiento del cáncer, de la infertilidad y de problemas en el sistema hormonal o en el aparato respiratorio o nervioso. En el mismo sentido se han expresado otros manifiestos científicos como la Declaración de Praga, esta última centrada en las alteraciones endocrinas.

El hombre ha creado más de 100.000 sustancias químicas sintéticas que no estaban presentes en la naturaleza, y sólo una mínima parte de ellas ha sido debidamente evaluada en cuanto a sus posibles riesgos para la salud humana y el medio ambiente.

Existe un creciente cuerpo de literatura científica que está asociando la exposición a estas sustancias con los más diversos problemas de salud. Prestigiosas revistas científicas publican regularmente estudios que vinculan cada vez de forma más clara problemas de salud como el cáncer, la diabetes, el Parkinson, el asma, las enfermedades autoinmunes, los problemas cognitivos de los niños o las disfunciones reproductivas, por ejemplo, con diversas sustancias contaminantes.

Hasta hace poco, la atención se centraba en la exposición a niveles altos de tóxicos con ocasión de algún accidente industrial o en algunos sectores laborales particularmente expuestos. Pero en los últimos tiempos lo que más preocupa son los efectos de los niveles “bajos” del cóctel de múltiples de contaminantes que se encuentran en la mayor parte de la población, sustancias que nos llegan a través del aire, el agua o los alimentos, o que están presentes en productos de uso cotidiano en nuestros hogares.

Sería imposible resumir los numerosos trabajos científicos que se realizan al respecto, investigaciones que indican que ciertos compuestos perfluorados, del mismo grupo de los presentes en sartenes antiadherentes, tejidos que repelen el agua o las manchas, etc, podrían estar asociados a la dificultad de una mujer para quedar embarazada, que algunas sustancias ignífugas con las que hemos bañado los sofás, los plásticos o las cortinas acaban apareciendo en los animales del Ártico y por supuesto en nuestros cuerpos, y podrían tener que ver con ciertos desarreglos en el aprendizaje de los niños o con algunos cánceres,  que el BPA. Bisfenol A, compuesto presente en el plástico policarbonato, que se encuentra, por ejemplo, en biberones, empastes dentarios o revestimiento de latas de comida, ha sido asociado con diversos problemas que van de las reacciones alérgicas a la diabetes, con problemas cardiovasculares o el cáncer de mama, entre otras cosas, que los ftalatos de un perfume o un cosmético pueden estar ligados a múltiples problemas, o que comer alimentos con grasas-reservorio de diversos tóxicos, como pesticidas y dioxinas, puede tener que ver con el desarrollo del cáncer de mama o de colon, con el volumen de espermatozoides, o con el riesgo de padecer endometriosis. Los ejemplos podrían multiplicarse.
 
Sin apenas darnos cuenta, hemos creado una química nueva a gran escala, una química de la “tecnosfera” que ha entrado en conflicto con la delicada química de la biosfera.  

Son ya demasiados los datos que indican que muchas sustancias químicas pueden estar teniendo un gran peso en la carga social de enfermedades.

Queda mucho por hacer para que se conceda a la Medicina Ambiental y en particular, a la que tiene que ver con los efectos de la contaminación química, el peso que le corresponde. Leer más articulos

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