Los estrógenos sintéticos, también denominados disruptores endocrinos, son productos químicos que mimetizan (adoptar la apariencia de las cosas o seres del entorno a fin de pasar inadvertido) la acción de los estrógenos naturales, llamados también xenoestrógenos y que interfieren en la acción del ciclo hormonal natural.
Los xenoestrogenos estos estrogenos sintéticos, se hallan en productos artificiales como el plástico que esta en todos lados, introducidos en el mundo por empresas químicas, agricultoras e industriales en los últimos años. Los xenoestrógenos se encuadran en los llamados Disruptores Endocrinos, sustancias sinteticas, artificiales que estan por el ambiente gracias a la contaminación, estas imitan los efectos de los estrógenos naturales, actuando como potentes mensajeros hormonales y propiciando cambios importantes en personas y animales (especialmente peces y anfibios).
Los efectos nocivos de estas alteraciones llevan evidenciándose desde la década de los 60 en forma de anormalidades genéticas en distintas especies animales. En los últimos años, los estrógenos artificiales se han vinculado también al cambio de sexo en peces en distintas zonas del planeta, en especial en ríos ingleses, alemanes y estadounidenses, donde se ha comprobado la alteración de órganos sexuales de ejemplares machos.
Dentro de los contaminantes estrogénicos artificiales destaca el BPA. Bisfenol A, un compuesto habitual en plásticos de uso común, muchos de ellos de uso alimentario. Numerosos estudios evidencian que dosis muy bajas de este compuesto son suficientes para desarrollar anormalidades en el desarrollo embrionario de ratones. El BPA. Bisfenol A, es un compuesto químico que lleva años empleándose de forma regular en la fabricación de numerosos productos plásticos gracias a su capacidad como estabilizante.
Los disruptores mimetizan la acción de las hormonas naturales. Entre otros muchos, el BPA. Bisfenol A, se usa en la constitución de resinas epoxi, alquilfenoles, poliéster-estirenos y algunas resinas de poliéster.
Se puede encontrar estrogenización en el interior de latas, botellas, los aditivos en la comida procesada, en envases para alimentos, botellas destinadas a bebés, envases plásticos retornables de zumos, leche, agua y también en contenedores para microondas y utensilios de cocina, los aires acondicionados, las sustancias químicas vertidas en el agua. El olor que despiden los materiales del interior son como los de un auto o pinturas, un olor fuerte a plastico.
Aunque se cree que una de las vías de exposición más importantes es la de la comida, no se descartan otras, como la exposición ambiental o por contacto, e incluso que actúen combinadas.
Un equipo dirigido por Damià Barceló, investigador del Centro de Investigación y Desarrollo (CID) del CSIC en Barcelona, demostró hace unos años que este mismo efecto se produce en carpas de ríos españoles y portugueses.
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