Residuos Radiactivos

El hecho de que se siga utilizando la energía nuclear a pesar del terrible legado que deja para las generaciones futuras, dice mucho de quienes la impulsan. Así como que NO se tenga en absoluto en cuenta la opinión de la población para gestionar los residuos que ya existen. 

La industria nuclear considera residuo radiactivo a cualquier material que contiene radionucleidos en concentraciones superiores a las establecidas por las autoridades competentes y para el cual no está previsto ningún uso.
 
Los residuos radiactivos se pueden clasificar de muy diversas maneras en función de sus características, como por ejemplo, su estado físico (si son gases, líquidos o sólidos), el tipo de radiación que emiten (alfa, beta o gamma), el periodo de semidesintegración (vida corta, media o larga), y su actividad específica (baja. media, alta).
 
Es normal verlos clasificados en residuos de baja, media y alta actividad y, aunque en algunos países se gestiona cada tipo por separado, en España se hacen sólo dos categorías: los de baja y media actividad por un lado y los de alta por otro.

Baja y media:
 
Los residuos de media y baja actividad proceden de la minería, del ciclo de combustible y de la irradiación de sustancias en instalaciones nucleares y radiactivas. Son menos peligrosos que los residuos de alta, pero mucho más voluminosos. Un reactor medio viene a generar unos 6.220 m3 a lo largo de su vida. 
 
Algunos de ellos se generan en instalaciones de utilidad social, como en instalaciones radiactivas de uso médico (aparatos de rayos X, de radioterapia, etc. Sin embargo, estos son una minoría (por ejemplo en EE.UU. los residuos de media y baja actividad procedentes de uso médico son el 2 % del total y contienen el 1 % de la radiactividad).
 
Una gran diversidad de materiales puede llegar a ser residuos de baja y media actividad, desde guantes, ropa, herramientas, etc., que hayan estado en contacto con material altamente radiactivo, hasta materiales procedentes de la clausura de instalaciones nucleares.

La vida de los residuos de media y baja varía mucho de unos a otros: desde unas decenas de años hasta cientos de miles de años. Residuos de media actividad y larga vida son los materiales en contacto con el combustible de los reactores. 
 
Un ejemplo importante lo constituye el grafito radiactivo de los reactores refrigerados por gas y moderados por grafito, como el de Vandellós I. En el grafito se encuentra presente, sobre todo, el carbono-14, un isótopo radiactivo con un tiempo de semi-desintegración de 5.370 años, que convierte en muy problemático su almacenamiento con el resto de los residuos de media y baja.
 
Existen en la actualidad 20.074 m3 de residuos de media y baja actividad que se almacenan en las centrales, en El Cabril (Córdoba) y en Juzbado (Salamanca) y habrá que gestionar 203.600 m3 cuando se cancelen las centrales nucleares que ahora funcionan, muchos más si prolongan su vida como pretende la Industria nuclear.

Alta:
 
Los residuos de alta actividad constituyen el 1 % del total, pero contienen el 95% de la radiactividad generada. Son el combustible gastado de las centrales nucleares y las cabezas nucleares procedentes de las bombas y misiles atómicos. Son los más peligrosos y los que poseen vida más larga.
 
Emiten radiaciones durante miles y miles de años y tienen una toxicidad muy elevada. En España son generados principalmente en las centrales nucleares, ya que el combustible de uranio empleado en éstas se convierte, tras su utilización, en residuo radiactivo de alta actividad.
 
Entre estos residuos se encuentra el plutonio-239, un isótopo radiactivo creado por el hombre para la fabricación de bombas atómicas (no existía previamente en la naturaleza). De inmensa toxicidad, un sólo gramo de este elemento es capaz de causar cáncer a un millón de personas. Este isótopo emite radiactividad durante cerca de 250.000 años, lo cual supone 25 veces más tiempo que la Historia conocida de la Humanidad.
 
Estos enormes períodos de actividad nos obligan a pensar en otras escalas de tiempo y en las muchísimas generaciones, aún por venir, que tendrán que sobrellevar el legado irresponsable de los residuos radiactivos. Esta escala de tiempo es tan impresionante que podemos considerarla una eternidad. 

Podemos compararlo con otros tiempos: la historia de la cultura de la humanidad no tiene más de 10.000 años, la Montaña de Yucca, en el desierto de Nevada (EE. UU.), donde ya se depositan residuos de alta actividad, era un volcán activo hace 20.000 años, hace 5.000 años el Sahara era un vergel, hace 10.000 años había volcanes activos en el centro de Francia y hace 7.000 años no existía el canal de La Mancha. 
 
Los residuos de alta actividad son tóxicos durante unos 250.000 años
 
La radiactividad ni huele, ni se ve, ni se oye. Aunque se puede medir con cierto tipo de contadores, es imposible suprimirla. Las consecuencias de la exposición a una radiactividad elevada son fatales para el ser humano. Está probado que puede causar la muerte, y en dosis más bajas, provoca cánceres, enfermedades y trastornos genéticos que afectan muy seriamente a la descendencia del afectado. 

En los sesenta años de existencia de la energía nuclear y pese a las enormes inversiones, nadie ha conseguido dar una solución satisfactoria al problema de los residuos radiactivos de alta actividad. De todos los problemas asociados al uso de la energía nuclear, que aconsejan su inmediato abandono, éste puede ser el determinante. Los peligrosos residuos son el talón de Aquiles de las centrales nucleares. 

Estos letales residuos se están acumulando en las centrales nucleares de todo el mundo. En España también. La industria nuclear no sabe qué hacer con ellos. Desesperada por el enorme volumen de los residuos radiactivos y el elevado coste de su gestión, han tratado y trata de resolver su problema de diversas formas procurando "sobre todo" solucionarlo de la manera más barata para ellos.

Dónde están los letales residuos

Baja y Media: En España, actualmente, en el cementerio de El Cabril, situado en la Sierra de
Hornachuelos (Córdoba), es el cementerio nuclear de residuos de baja y media actividad, a pesar de que en un principio se dijo que allí no se almacenarían residuos procedentes de centrales nucleares, sino sólo de instalaciones radiactivas. En el año 1992 se amplió su capacidad de 15.000 a 300.000 bidones. El Cabril no es, ni mucho menos, un sitio apropiado para instalar un cementerio de residuos nucleares por varias razones:

Alta: A excepción de ciertas cantidades que se enviaron a reprocesar al Reino Unido en los años 70, y del combustible utilizado por Vandellós I (cerrada) definitivamente tras el accidente de 1989 que también se enviaba a Francia con igual finalidad, los residuos de alta actividad, se almacenan de momento, y de modo transitorio, en las propias centrales nucleares, en unas instalaciones conocidas como piscinas de residuos.
 


Tragedias en Almacenamientos
  • En septiembre de 1987, los habitantes de Goianía, Brasil, encontraron una máquina desconocida abandonada en un vertedero. La abrieron y hallaron en su interior un polvo blanco, pocas horas después las primeras aparecieron las primeras víctimas, aquel polvillo era Cesio 137 (CsCl), un polvo blanco parecido a la sal de mesa que, en la oscuridad se ilumina con un color azul, un material altamente radiactivo que debería haber estado almacenado bajo estrecha vigilancia. El Gobierno brasileño se vio obligado a poner a toda la población bajo control radiológico. Casi 300 personas se vieron afectadas. Los que murieron a causa de la radiación fueron enterrados en ataúdes de plomo de 608 kilos bajo varias capas de cemento.
  • Cementerios de residuos de baja actividad de los Estados Unidos y el de Carísbad (Nuevo Méjico) para deshechos altamente radioactivos han sufrido fugas y problemas geológicos.
  • En los almacenes radioactivos rusos también se han producido accidentes muy graves. El vertido de residuos al río Tetcha, durante el periodo 1948-1951, supuso la contaminación de 124.000 personas, y la evacuación de otras 7.500, que ocupaban suelos altamente contaminados.
El accidente más grave se produjo el 29 de septiembre de 1957, en la planta de almacenamiento de Kishtim (URSS), cuando al explotar un contenedor con 160 m3 de residuos, contaminó con unos 2 millones de curios una superficie de 1.000 km2. El accidente obligó a la evacuación inmediata de 10.700 personas. El secreto oficial ha impedido conocer el número de víctimas del accidente. Los materiales radiactivos acumulados en el lago Karachay se dispersaron con la sequía de 1967, como consecuencia, 1.800 km2 resultaron contaminados. Todavía en 1991, permanecer una hora en esta zona suponía recibir una dosis radiactiva mortal. Recientemente, el subdirector de la planta de Mayak, dijo en una comisión del gobierno: No podemos garantizar la seguridad de las personas que viven aguas abajo del río Techa. El lago Karachay está reconocido como el lugar más contaminado del planeta

En esta área el Ministerio ruso Atómica, Minatom, quiere descargar y almacenar más residuos nucleares en los próximos años. El gobierno ruso ha anulado la prohibición de la importación de residuos nucleares. Se están haciendo planes para importar 20.000 toneladas de residuos nucleares a cambio de más de 20 mil millones de dólares EE.UU. Los posibles países exportadores son: Japón, Corea del Sur, Taiwán, Bulgaria, Hungría, Suiza, Alemania y España.

  • El 20 de abril de 1973 nadie prestó ninguna atención particular al tanque 106 T en el área 200 Oeste de la Reserva de Hanford (EE.UU.). Construido con hormigón reforzado con un alineamiento de acero al carbono en su fondo y en los lados, es cilíndrico de forma, de unos 23 metros de diámetro y 10 de profundo y está hundido en el suelo con unos dos metros de tierra sobre su techo en forma de cúpula. 
 En abril de 1973, el tanque 106 T contenía residuos radiactivos de alta actividad procedentes de la planta de reprocesado de combustible Purex con alrededor de 1,5 millones de litros, principalmente en forma líquida. Entre el 20 de abril y el 8 de junio, el tanque 106 T dejó escapar al suelo, más o menos 435.000 litros de líquido totalmente radiactivo conteniendo aproximadamente 40.000 curios de Cesio 137, 14.000 curios de estroncio-90 y 4 curios de plutonio. La fuga era la decimoprimera registrada en Hanford, no sería la última.

  • En noviembre de 1978 el biólogo disidente (discordante) soviético Jaurés Medvedev informó de una supuesta catástrofe producida en la región soviética de Chelyabinsk, en los Urales del Sur, como consecuencia de haberse producido un estado crítico en una planta de tratamiento o almacenamiento de residuos radiactivos. Uno de los primeros y aun mayor que Chernóbil (1986) fue la catástrofe en Chelyábinsk (y no fue el único). La catástrofe habría tenido lugar a finales de 1957 o principios de 1958, (Mayak) habría producido la muerte de centenares de personas y habría contaminado una extensa área. Informes de la CIA confirmaron, sin mayores precisiones, esta catástrofe, sabiéndose también que los Estados Unidos no tuvieron interés en señalarla, en su día, para no alertar contra su propio programa nuclear.

  • En 1993 se produjeron dos graves accidentes en instalaciones ex soviéticas que ocasionaron las consiguientes fugas radiactivas en los depósitos de Tomsk (en abril). El 18 de julio del mismo año se produjo otra fuga radiactiva en la planta de Tcheliabinsk, que también procesa residuos radiactivos, el 2 de agosto, otro accidente en el almacén de Tcheliabinsk 40. La lista de accidentes en depósitos de residuos radiactivos se incrementa peligrosamente. Las estimaciones de sus consecuencias son sobrecogedoras: 450.000 personas contaminadas, de las cuales más de 50.000 habrían recibido dosis considerables. De nuevo Mayak (en julio), lo que puso en evidencia la seguridad de los depósitos en la antigua URSS.
Almacenamientos. Posibilidades Barajadas. Dónde se Generan
  • Entierro en el lecho marino
Los residuos se sepultarían bajo los sedimentos del lecho oceánico. Esto presenta problemas de que los residuos no son recuperables ni controlables y que deberían producirse numerosos transportes con el riesgo de accidente. Encerrar residuos radioactivos en contenedores o bidones y esperar que se mantengan clausurados hasta la eternidad, es una total ingenuidad. 

El vertido de residuos radiactivos en los mares fue una práctica habitual desde los años 1950. A finales de la década, hubo varias controversias sobre estos vertidos en las costas de los Estados Unidos por empresas autorizadas por la Comisión de Energía Atómica, y en el Mar de Irlanda a cargo de empresas británicas, y la práctica se incrementó con la proliferación nuclear de los años 1980.

En septiembre de 1970, el comandante J. Cousteau presentó ante el Consejo de Europa fotografías de bidones de residuos radioactivos franceses sumergidos en el Atlántico "abriéndose y cerrándose como ostras". Los técnicos preveían que se mantuvieran herméticos y estables.
 
Desde 1993, existen leyes internacionales que prohíben el depósito de residuos de alta actividad en el mar, a pesar de esta legislación, se estudia la posibilidad de utilizar fosas oceánicas como almacenes en distintas partes del mundo. Se estima que la Fosa Atlántica alberga más de 140.000 toneladas de residuos radiactivos, vertidos entre 1967 y 1983.


Siguen existiendo plantas de reprocesamiento de residuos radiactivos (Sellafield y Dounreay en Reino Unido, La Hague en Francia) responsables del 98% de los vertidos radiactivos al Océano Atlántico

Según la Declaración de Sindra (23-07-98, Sindra, Portugal) en el año 2000 serian reducidos sustancialmente los vertidos, y para el 2020 deberían ser cercanas a cero. Legislación sobre aguas marinas. A pesar de ello hay tres lugares en el mundo que son investigados: una fosa cerca de Canarias, otra cerca de Azores y otra cerca de Nueva Zelanda


  • Entierro en los hielos Antárticos
Esta opción ha sido abandonada por ser incontrolable e inviable y por la firma de acuerdos internacionales sobre protección de la Antártida.


  • Envío al espacio
Esta opción se ha abandonado por razones obvias: no hay más que pensar en la posibilidad de un accidente como el del del transbordador estadounidense Challenger, que se encargase de distribuir por la atmósfera toneladas de residuos de alta actividad, cada lanzamiento sería la amenaza de un nuevo Chernobil. Además este método es tan caro que supondría el inmediato cierre de las centrales nucleares.

  
  • Transmutación (Transformación)
Este proceso consiste en convertir los residuos en otros radionucleidos de vida más corta mediante el bombardeo con neutrones. Presenta el inconveniente de que es muy caro y todavía no se tienen garantías de que el proceso reduzca de forma efectiva la cantidad de radiactividad, puesto que se trata de procesos con una cierta estadística y no siempre se obtienen isótopos menos activos.
Dicho expresamente por la propia industria nuclear esto no sería la solución para los residuos radiactivos. (Reunión de científicos de 18 países en el Ciemat. Septiembre del 98).

  • Reprocesamiento
Consiste en la separación química de los diferentes componentes de los residuos para su posterior reutilización. Se podría extraer el uranio no gastado y el  plutonio para usarlos como combustible de reactores rápidos o para fabricar bombas atómicas.
 
Además se extraen otros isótopos para usarlos como fuentes radiactivas en medicina o con fines industriales. Sin embargo este proceso no es adecuado para resolver el problema de los residuos porque sólo disminuye la radiactividad típicamente en un 3% y, a cambio, multiplica el volumen de los residuos por 160 Se trata más bien de una forma de obtener beneficios a partir del combustible gastado. Lo usan de forma comercial cuatro países: Francia, EE.UU., Inglaterra y Rusia. Un total de 16 países tienen combustible reprocesado o planean reprocesarlo. España ha enviado combustible para reprocesar procedente de la Central nuclear José Cabrera (conocida como Zorita) a Inglaterra y a Francia procedente de Vandellós I.
 
Además, las plantas reprocesadoras, se han convertido en las mayores contaminantes radiactivas de nuestros mares. La planta de Sellafield (Reino Unido) planeaba deshacerse de 8.000.000 de litros diarios, de residuos radiactivos, durante los próximos 20 años. La empresa propietaria BNFL. British Nuclear Fuels, así como El Areva NC, antes Cogema en Francia deberán parar sus vertidos y limpiar lo contaminado durante años (Declaración de Sindra, Julio-98). Greenpeace. Marzo-98.

  • Almacenamiento en superficie
Este sería el menos malo de todos. Consistiría en el almacenamiento de los residuos en espacios especiales dedicados a ello, siempre bajo control y con sistemas de refrigeración pasivos. Los residuos deben estar confinados en contenedores especiales con diversos blindajes.  Este proceso presenta la gran ventaja de que los residuos son accesibles y siempre se mantienen bajo control, con lo que se podría actuar sobre ellos en caso de producirse algún problema.

También daría la posibilidad de acceder fácilmente a ellos si en un futuro se lograse algún tipo de técnica para su inactivación o aprovechamiento. Es el método propuesto por grupos no gubernamentales y multitud de científicos. De todas maneras también presenta inconvenientes.

  • Enterramiento en profundidad (AGP)
El nombre algo más técnico utilizado es el de Almacenamiento geológico profundo (AGP).

Un Cementerio nuclear es un término utilizado en ocasiones para denominar a los lugares preparados para gestionar de una forma definitiva los residuos radiactivos. Son diseñados subterráneos y en zonas de características geológicas tales que se pueda asegurar que no sufrirán filtraciones de agua que pudieran arrastrar isótopos radiactivos fuera del lugar.

Consiste en depositar los residuos en cementerios a unos cientos de metros de profundidad (entre 500 y 1000 metros) en formaciones geológicas dudosamente estables. Puesto que es del todo ficticio e irresponsable tratar de preveer el comportamiento geológico a miles de años vista.
 
La imprevisibilidad de la evolución geológica, de las corrientes de agua subterráneas y el tiempo que deben estar confinados, del orden de miles de años, es decir, cientos de generaciones, desaconsejan absolutamente esta opción.
 
Otras situaciones que complican técnicamente esta solución es que las desintegraciones generan gases nobles, al año se genera un volumen aproximado de gas igual al volumen de los residuos lo cual hará aumentar seriamente la presión en el contenedor. Otro problema serio es el calor desprendido que hace necesario pensar en sistemas de refrigeración o de difusión de calor, para evitar que se fundan los residuos y la propia contención. Otro gran problema técnico es la propia radiactividad emitida que hace que cambien las propiedades de los materiales. Un intenso bombardeo de rayos gamma convierte en frágiles materiales que antes eran tenaces.


La Situación en España

La industria nuclear quiere librarse del problema de sus residuos de alta actividad construyendo cementerios nucleares en formaciones geológicas profundas. En España, la entidad encargada de la gestión de estos residuos es la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA). Empresa Nacional de Residuos Radiactivos S.A.

Esta empresa nacional planea construir, en el futuro cercano, instalaciones para el almacenamiento definitivo en profundidad de residuos radiactivos, es decir, cementerios nucleares (AGP). Aunque sigue "mintiendo" a la población y acusándonos de provocar alarma social. Se podría llegar a pensar que ENRESA se dedica a hacer el "trabajo sucio" de la industria nuclear, es decir, a absorber y financiar (con dinero de todos los ciudadanos) los residuos que esta industria genera. 

Estos cementerios nucleares (AGP: Almacenamiento Geológico Profundo) es el lugar donde deben almacenarse durante un periodo de miles de años los residuos nucleares de alta actividad o de semiperiodo largo. No se puede paragonar con los almacenes temporales (ATC) porque estos últimos representan una solución temporal, y de hecho tienen una vida media de sólo unos 50 años, y suelen ser construidos a la espera de un proyecto definitivo como es un Almacenamiento Geológico Profundo (AGP).

 
Se han realizado pruebas en distintos subsuelos como son las sales y las arcillas presentándose problemas técnicos insalvables, por ello pretenden buscar zonas graníticas. El granito presenta la ventaja de su elevada dureza y de su impermeabilidad primaria. Sin embargo, los depósitos de granito frecuentemente se encuentran afectados por una intensa fracturación que los convierte en medios permeables, en los que son impredecibles tanto el comportamiento hidrogeológico como el desarrollo de las fracturas en profundidad. 

Otro serio inconveniente es que no se conoce cuál es la geometría en profundidad de los macizos graníticos. Recientes estudios de campo, unidos a datos geofísicos y de modelización experimental en laboratorio, muestran que lo que se creían batolitos (macizos graníticos) de elevada continuidad vertical son en realidad cuerpos laminares incapaces de garantizar el aislamiento.

En conjunto, el enterramiento presenta una serie de inconvenientes que lo hacen desaconsejable. La escala de tiempos tan gigantesca de la que hablamos es del orden de los tiempos de evolución geológica.

 Nadie puede predecir si actuarán o no un volcán o una falla en determinado sitio, ni cuál va a ser el modelo de circulación de agua en un determinado punto

El seguimiento de los residuos para saber en qué condiciones se encuentra el almacén en cada momento se descarta por motivos económicos. Además, los residuos no son fácilmente recuperables, con lo que sería difícil tratarlos en caso de que a alguien se le ocurra alguna solución, o resolver los problemas de ruptura de los contenedores.  

Esta opción es la que propugna ENRESA (aunque lo niega públicamente) y sobre la que siguen investigando. Manifiestan no tener proyectos específicos aunque ya se estudian modelos para ser aplicados en España. Y según palabras de sus representantes ya hay lugares dispuestos a recibirlos, lo que no sabemos son los lugares a los que se refieren. 

Sí que conocemos algunos de los requisitos que, fuera de los propiamente geológicos, también "se barajan" para su ubicación:
  • La zona NO ha de tener demasiada población.
  • Su economía NO debe ser muy rica, ya que si lo fuera, sería mucho más  difícil convencer a los ciudadanos con la cuantía de las subvenciones que contemplan las leyes para este tipo de construcciones.
  • El área NO deberá tener interés ecológico ni turístico.
  • La capacidad asociativa de los ciudadanos que allí residan NO tiene  que ser demasiado importante, es decir, NO deben estar organizados en  asociaciones de vecinos o ecologistas de consideración, ya que en ese  caso, la respuesta popular contra la construcción de los almacenes  podría ser mucho más fuerte.
La ubicación de un Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos nucleares en España ha generado un intenso debate político y social. Municipios optan a acoger el almacén de residuos nucleares en España, son Albalá (Cáceres), Santervás de Campos (Valladolid), Melgar de Arriba (Valladolid),  Villar del Pozo (Ciudad Real), Torrubia (Soria),  Zarra (Valencia), Yebra (Guadalajara), Ascó (Tarragona), Villar de Cañas (Cuenca) y Congosto de Valdavia (Palencia) y Lomas de Campos, (Segovia) Santiuste de San Juan y Campo de San Pedro también están en la lista oficial de aspirantes aunque retiraron su candidatura.

En la actualidad solo existe un AGP. Almacenamiento Geológico Profundo  en el mundo, en Nuevo México. WIPP. Waste Isolation Pilot Plant (Aislamiento de residuos Planta Piloto), pero solo se utiliza para almacenar los residuos militares de los Estados Unidos. Mapa de Rutas WIPP en Nuevo México

Se están estudiando en casi todos los países del mundo localizaciones donde construirlos, siendo los terrenos más favorables para ello los salinos, arcillosos o graníticos, debido a sus condiciones geológicas, físicas y químicas. Por el momento es la única alternativa de gestión de parte de los residuos producidos en las centrales nucleares de fisión.

Transporte

En España hay una "larga ruta radiactiva". Si los transportes de materiales radiactivos, combustible y residuos de las centrales nucleares, son inseguros, las largas distancias que han de cubrir multiplican el riesgo

Actualmente, el combustible nuclear es desembarcado por el puerto de Algeciras, en el extremo Sur de la península y se transporta hasta la factoría de la Empresa Nacional del Uranio (ENUSA), en Juzbado (Salamanca). Desde allí se transporta a las centrales nucleares, que se encuentran en las provincias de:
De estas ubicaciones, colocadas en la mitad septentrional de la península, los residuos generados son transportados al cementerio nuclear de El Cabril, en Córdoba. En total, 8.000 km de una ruta radiactiva e insegura.
En España el promedio de residuos de baja y media actividad generados mensualmente es de 82.885,7 litros (equivalentes a 376,75 bidones de 220 litros), que permanecerán peligrosos y radiactivos durante 300 años. Estos residuos están siendo transportados paulatinamente, en camiones con unos 45 bidones, al cementerio radiactivo de El Cabril, en la serranía de Córdoba. Los bidones almacenados en las centrales nucleares supondrán 1.225 viajes, los residuos producidos cada año aumentarán en 100 viajes esta peligrosa circulación.


Ni tan siquiera los contenedores y bidones de material radioactivo pueden soportar un accidente en el transporte. Las pruebas a que son sometidos resultan claramente insuficientes. Los bidones para residuos radioactivos padecen un ensayo de caída libre, desde una altura de 1,2 metros, y uno de impacto, dejándolo caer desde 9 metros sobre una superficie plana. Sin embargo, un accidente a 80 km por hora equivale a una caída desde más de 25 metros.  Qué sucedería en caso de que el impacto se efectuara sobre aristas o salientes, y en caso de choque frontal.
 
Los ensayos térmicos consisten en exponer los bultos a temperaturas superiores a 800º C durante 30 minutos. Sin embargo, si un transporte radioactivo se incendia, apagar el fuego no resulta fácil. Recordemos que el grupo más importante de las primeras víctimas de la catástrofe de Chernobil fue, precisamente, el de los bomberos, V. Právik, Kibénok, Ignatenko, Vaschuck, Tischura, Titenok... pagaron con sus vidas el intentar sofocar a un incendio radioactivo.
 
¿Qué hubiera ocurrido si en el desgraciado accidente del túnel del Mont Blanc en Marzo del 1999 hubiera habido un camión con residuos nucleares?. Allí se han alcanzado temperaturas superiores a 1000º C durante muchas horas. 


Es inevitable que las carreteras que lleven al cementerio nuclear se conviertan en lugares de alto riesgo. Lo lógico es que tan peligrosos transportes no se realicen, y que los residuos se queden donde están.

Tragedias en el Transporte

A pesar de las precauciones tomadas, aviones de la Fuerza Aérea, misiles y satélites de los Estados Unidos, con material radioactivo, han sufrido múltiples accidentes, demostrando que NO hay transportes seguros. Un considerable número de colisiones produjeron víctimas y contaminación radiactiva.
  • Sucesos graves acaecieron en marzo de 1956, cuando se hundió un avión B- 47, que se dirigía a Florida, con dos cabezas nucleares "Florida".
  • En enero de 1961, un bombardero B- 52 se estrella, cargado con dos bombas nucleares de 24 megatones, mil veces más potentes que la de Hiroshima, en Carolina del Norte.
  • En junio de 1962, fracasaron dos ensayos con misiles nucleares, que dispersaron parte de su carga en la Isla Johnston del Pacífico, cuatro meses después, colisionaba un bombardero B- 52 con un avión nodriza KC-135, dejando caer otras dos bombas atómicas de 24 megatones sobre Kentucky.
  • En abril de 1964, al dispersar plutonio un satélite norteamericano.
  • En diciembre de 1965, cuando se hundió cerca de Okinawa un avión A-4E Skyhawk del portaaviones USS Ticonderonga cargado con una bomba atómica.
  • En 1968, un bombardero B- 52, con cuatro bombas atómicas, se estrella al aproximarse a la base de Thule en Groenlandia, el incendio provoca una dispersión de plutonio contaminante. El plutonio es descrito a veces en los medios como la sustancia más tóxica conocida por los humanos.

También, muchos navíos y submarinos, con reactores o misiles atómicos, se han hundido, tanto de la flota americana, como en la soviética. 
  • En 1959, la marina norteamericana hundió en el Atlántico los elementos del reactor del submarino USS Seawolf (SSN- 575) a 120 millas de Maryland. 
  • En abril de 1963, el submarino nuclear Thresher (SSN- 593) se hunde a 100 millas de Massachusetts, con 129 personas a bordo. 
  • En mayo de 1968, el submarino USS Scorpion (SSN- 589), con una tripulación de 99 personas, se hunde, con dos torpedos nucleares Astor, a 400 millas de las Azores. 
  • También la flota submarina nuclear soviética ha padecido más de 25 accidentes graves
  • Transportando material radioactivo, se hundió en marzo de 1968 el submarino del tipo Yankee 2 (K- 129), con casi 100 víctimas. 
  • En abril de 1970 se hundió en el Golfo de Vizcaya el submarino November (K- 8), pereciendo 52 personas. 
  • En junio de 1983 se hundió el submarino Charlie 2 (K- 429) de la Flota del Pacífico y en abril de 1989, el Komsomolets (K-278), dejando en el mar de Noruega 42 muertos.

También, muchos navíos y submarinos, con reactores o misiles atómicos, se han hundido, tanto de la flota americana, como en la soviética. 
  • En 1959, la marina norteamericana hundió en el Atlántico los elementos del reactor del submarino USS Seawolf (SSN- 575) a 120 millas de Maryland. 
  • En abril de 1963, el submarino nuclear Thresher (SSN- 593) se hunde a 100 millas de Massachusetts, con 129 personas a bordo. 
  • En mayo de 1968, el submarino USS Scorpion (SSN- 589), con una tripulación de 99 personas, se hunde, con dos torpedos nucleares Astor, a 400 millas de las Azores. 
  • También la flota submarina nuclear soviética ha padecido más de 25 accidentes graves
  • Transportando material radioactivo, se hundió en marzo de 1968 el submarino del tipo Yankee 2 (K- 129), con casi 100 víctimas. 
  • En abril de 1970 se hundió en el Golfo de Vizcaya el submarino November (K- 8), pereciendo 52 personas. 
  • En junio de 1983 se hundió el submarino Charlie 2 (K- 429) de la Flota del Pacífico y en abril de 1989, el Komsomolets (K-278), dejando en el mar de Noruega 42 muertos.

No todos los accidentes han acaecido en lugares remotos. Uno de los más graves sucedió bien cerca. 
  •  El 17 de enero de 1966 se produjo la colisión en vuelo de un bombardero B- 52 de la base de Symour Johnson, con cuatro bombas atómicas de 1,5 megatones a bordo, y un avión nodriza KC- 135 procedente de la base de Morón, sobre el pueblo de Palomares (Almería). El accidente de Palomares se produce a 9.000 metros de altura y los restos se dispersan en una zona de 260 km2.
  • Afortunadamente la explosión atómica, que hubiera sido equivalente a 6.000 bombas como la lanzada sobre Hiroshima, no se produce. Los detonadores de dos bombas explotaron en la caída, dispersando sobre los campos de Palomares contaminación de plutonio. A pesar del secreto decretado, los informes oficiales reconocían que ciudadanos de la zona habían quedado contaminados por plutonio altamente radiactivo. El plutonio es descrito a veces en los medios como la sustancia más tóxica conocida por los humanos. La última bomba se perdió en el Mar Mediterráneo, no habiendo sido recuperada


Además de las catástrofes militares, también se han producido accidentes "civiles". 
  • El Gobierno británico autorizó el transporte clandestino, en vuelos regulares, de residuos radioactivos, en cajas que viajaban como "valija diplomática".
  • El propio Consejo de Seguridad Nuclear español reconoce que "una remesa de material radioactivo se vio envuelta en un accidente serio de aviación". 
  • El 25 de agosto de 1984, en el Canal de la Mancha, colisionaron el transbordador alemán Olau Britannia, con 935 pasajeros a bordo, y el carguero francés Mont Louis, propiedad de la Compagnie Géneral des Matiéres Nucléaires (COGEMA) y de la sociedad eléctrica belga Synatom, cargado con 375 toneladas de hexafluoruro de uranio, repartido en 60 contenedores. La alarma cundió en el Canal. Los trabajos de recuperación de los depósitos del carguero zozobrado duraron hasta el 4 de octubre.
  • Un ejemplo más de lo arriesgado de los transportes radioactivos lo proporciona la "odisea" del Akatsuki Maru, que entre noviembre y diciembre de 1992, transportó tonelada y media de plutonio desde Cherbourg (Francia) hasta Tokai (Japón). Un recorrido de 25.000 km sin escalas porque numerosos países cerraron sus fronteras al que se denominó "Chernobil flotante", incluso países con centrales nucleares, como Brasil, Argentina o África del Sur.

La carretera no aporta más seguridad a los transportes de substancias radioactivas
  • El 19 de diciembre de 1980 se produce un accidente en un transporte de plutonio y otros materiales radioactivos por la Autopista 25 (Estados Unidos). 
  • El 2 de noviembre de 1982 un camión militar con un misil Pershing-1 sufrió un accidente en Walprechtsmeier (Alemania), un ciudadano murió, dos soldados resultaron heridos y mil doscientas personas fueron evacuadas.
  • En septiembre de 1984, otro transporte sufría un accidente en las carreteras alemanas, esta vez con un misil Pershing- II. El 20 de junio de 1985, dos camiones con cabezas explosivas colisionan en Helensburgh (Escocia).
  • El 10 de enero de 1987 se produce un accidente en una caravana con diez  camiones, cargados con armas atómicas, cerca de Salisbury (Gran Bretaña). 
  • Nuevamente el 5 de mayo de 1987 un transporte con un misil Pershing del ejército norteamericano sufría un accidente en Heilbronn (Alemania).

Rutas de traslado de residuos radiactivos a Rusia

 
¿Hay Alternativas?

El movimiento antinuclear reconoce los residuos nucleares ya existentes como un grave problema al que hay que buscar solución. Sin embargo, el problema es doble porque ninguna de las soluciones propuestas aparece como satisfactoria. 

Cuando se nos tacha de irresponsables por no contribuir a la solución, o se nos acusa de fomentar la alarma social al oponernos a la construcción de un depósito, se olvidan de que la mejor forma de minimizar el problema de los residuos es dejar de producirlos, es decir, el cierre de las centrales nucleares.

El primer paso que hay que dar para solucionar el problema de los residuos radiactivos es dejar de agravarlo, es decir, cesar de producir indefinida e ilimitadamente más y más residuos radiactivos. No existe solución técnica adecuada para este problema. La única respuesta es no producir más residuos. De este modo se lograría minimizarlo. Debe tenerse claro que esa es la única aproximación responsable y lógica al respecto, incluso antes de ponerse a discutir cómo debe ser la gestión de los ya generados.
 
El gran problema que provocan los residuos radiactivos fue la causa de que diversos países adoptaran una política energética no nuclear. Si bien el Estado español ya no puede ser tan responsable como estas otras naciones en este tema, puesto que nos ha convertido en uno de los diez países más nuclearizados del mundo y, por lo tanto, con uno de los mayores stocks de residuos radiactivos, sí puede avanzar en ese sentido al paralizar su producción.
 
Sin embargo, no es imposible que se descubra algún día el modo de eliminar la radiactividad, aunque las investigaciones van muy despacio, incluso puede encontrarse el modo de reutilizar el combustible gastado una opción no tan lejana, ya que en Japón está empezando a investigarse, o bien hallar alguna nueva fórmula para aprovechar los residuos.

Almacenamiento en piscinas

Los restos de combustible nuclear se almacenan bajo el agua, que actúa como refrigerante y como blindaje biológico, en piscinas de hormigón cubierto de materiales sintéticos o acero inoxidable. Desde que las centrales nucleares españolas empezaron a funcionar, se guardan, temporalmente, en piscinas construidas en ellas para su almacenamiento. Es una solución temporal.
 
 ¿Y el almacenamiento en superficie?
 
El gran desconocimiento que sobre la geología tienen aún los científicos, ha llevado a muchos expertos en residuos radiactivos a valorar más positivamente otra opción, el almacenamiento temporal en la superficie. De esta forma, siempre podrían aprovecharse las nuevas tecnologías que vayan apareciendo, podría ejercerse un control mucho mayor sobre los residuos o, en último caso, podrían mantenerse de esta manera los desechos hasta el momento en que la tecnología y la ciencia hayan avanzado lo suficiente como para construir un almacén con totales condiciones de seguridad. Ésta es la opción que parece imponerse como la de mayores posibilidades.
 
El almacenamiento en superficie tiene, desde luego, las ventajas de que se pueden controlar los residuos y de que estos son accesibles en cualquier momento. Los depósitos podrían ser los lugares donde se generan, es decir, las propias centrales, con lo cual se suprimirían los transportes. De momento habría que recurrir a la refrigeración activa, mediante agua que se hace circular con bombas, pero quizá en un futuro se avance en medios de difusión de calor pasivos y se pueda realizar el almacenamiento en seco. Pero el almacenamiento en superficie presenta el serio inconveniente de que los depósitos están sujetos a los avatares de la especie humana sobre la tierra.
 
Esta solución es desechada por la industria nuclear porque es mucho más cara para ellos que el enterramiento, ya que implica un mantenimiento y un seguimiento ininterrumpidos, además de ser los responsables jurídicos de los mismos. Esto implicaría, posiblemente el cierre de las centrales nucleares por dos motivos fundamentales: Primero porque la capacidad de almacenamiento de residuos en las centrales es limitada, ya que no se han pensado para ese fin, y habría que clausurar la central cuando se colmara. En segundo lugar, el precio y responsabilidad de la gestión recaerían sobre la propia central, lo cual aumentaría el precio de la energía generada.

Documental. La pesadilla de los desechos nucleares




Gráfico de distribución de centrales nucleares

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No conforme con lo anterior, quiere controlar también el agua, que es un elemento esencial para la vida y un recurso indispensable para la producción agrícola. Así, con el control de las semillas y del agua en el mundo, la empresa, junto con otras pocas multinacionales, se aseguran la producción completa de la cadena alimenticia.

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El hombre ha creado más de 100.000 sustancias químicas sintéticas que no estaban presentes en la naturaleza, y sólo una mínima parte de ellas ha sido debidamente estudiada en cuanto a sus posibles riesgos para la salud humana y el medio ambiente. Algunos ejemplos de tóxicos a nuestro alrededor: BPA. Bisfenol A, Compuestos perfluorados, plástico policarbonato, ftalatos, pesticidas, dioxinas, etc., la lista es interminable.

Son ya demasiados los datos que indican que muchas sustancias químicas pueden estar teniendo un gran peso en la carga social de enfermedades.

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Niveles diarios de exposición efectos tóxicos e Ingesta Diaria Tolerable (IDT)

EN MARZO DE 2011 LOS BIBERONES EN EUROPA NO DEBEN CONTENER BISFENOL A (BPA), SUSTANCIA TOXICA CON GRAVES RIESGOS PARA LA SALUD.

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Sistema de codificación SPI

El sistema de codificación de SPI (Sociedad de Industrias de Plástico) es un medio para identificar los residuos de plástico que usamos cotidianamente, tanto en casa como en la industria. Esta codificación es aceptada mundialmente. La gran mayoría de los envases de plástico se hace con una de estas resinas.

1. PET - Polietileno tereftalato.

2. HDPE - Polietileno de alta densidad.

3. PVC o Vinilo - Cloruró de polivinilo. PROHIBIDO para envasar productos alimenticios.

4. LDPE - Polietileno de baja densidad.

5. PP - Polipropileno.

6. PS - Poliestireno. PROHIBIDO para envasar productos alimenticio.

7. O (Otros) - Otros plásticos, incluye materiales elaborados con más de una de las resinas de las categorias 1 al 6 u otros o con una combinación o con una combinación de estas, incluyendo ABS, PC, PMMA, fibra de vidrio (GRP o GFRP), nylon (poliamida PA), policarbonato, y ácido poliláctico (PLA) un (bioplástico), y combinaciones de múltiples capas de diferentes plásticos.

9. ABS - Acrilonitrilo butadieno estireno. De alto impacto y resistentes a productos quimicos.

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Image and video hosting by TinyPicLa fitoterapia, conocida también como herbolaria, es la ciencia del uso extractivo de plantas medicinales o sus derivados con fines terapéuticos, para prevención o tratamiento de patologías. Realiza un estudio cuyo objeto es todo material de origen vegetal con utilidad o finalidad terapéutica, siendo propio de la terapéutica la prevención, atenuación o curación de un estado patológico. La materia prima vegetal de la que hace uso, sometida a los procedimientos galénicos adecuados permite obtener lo que se conoce como fitofármaco.

Los registros más fiables datan el concepto de fitoterapia desde el imperio Sumerio en el año 3000 a.C.

La fitoterapia pertenece al ámbito de la medicina y se relaciona estrechamente con la botánica y el estudio del metabolismo secundario vegetal, no formando de las Ciencias Farmacéuticas, es ejercido por médicos y por fitoterapeutas.

La fitoterapia moderna, se basa en el conocimiento de la Farmacología, y considera los aspectos farmacodinámicos y farmacocinéticos de los medicamentos basados en plantas medicinales, en estudios preclínicos y clínicos.

El farmacéutico no se dedica al tratamiento de patologías sino al estudio de medicamentos. La farmacéutica tiene su aproximación a la fitoterapia en la farmacognosia, que da cuenta de los constituyentes químicos de las plantas o de sus órganos o partes y de las propiedades farmacológicas de estos.

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