Dr. Peter J. D'Adamo
Autor del
best-seller internacional Los grupos
sanguíneos y la alimentación, Doctorado en naturopatía por el Bastyr
College, Seattle WA en 1982 y licenciado en medicina naturópata. En 1990 fue
galardonado con el premio de mejor médico del año por la American Association
of Naturopathic Physicians. Es profesor adjunto clínico del Southwest College
of Naturopathic Medicine, Tempe AZ, y del National College of Naturopathic
Medicine, Portland OR y tiene una consulta clínica en Wilton, Connicut.
Sus numerosas
publicaciones y best sellers han contribuido
a un conocimiento más divulgativo de la dieta a nivel individual y sus series
de libros se han convertido en Best sellers del NY Times y se han traducido a
más de 65 lenguas. Además, Dr. D'Adamo es un entusiasta de las artes marciales
(Tai Chi y Tang Soo Do).
Tras décadas de
investigación, el Dr. Peter J. D'Adamo descubrió el papel que desempeña el grupo sanguíneo en relación con los
alimentos. El grupo determina qué tipo de alimentación es la mejor en cada
caso, así como el tipo de actividad física más apropiado y el estilo de vida
más beneficioso.
Catherine
Whitney
Los grupos sanguíneos y la alimentación
Hasta el punto de que en cada grupo A, B, AB y O hay alimentos que son perjudiciales, otros
beneficiosos y otros neutros. Es más, aseguran que muchas enfermedades pueden
deberse al mero consumo de alimentos no adecuados para nuestro grupo sanguíneo.
Otros, en cambio, nos ayudarían a sanar. Incluso afirman que en esto es la
razón de que muchas personas no consigan adelgazar cuando se ponen a dieta.
El Dr. Karl Landsteiner
descubrió la razón de por qué unas personas fallecían después de una
transfusión de sangre y otras no: sus sangres no eran compatibles. Desde
entonces sabemos que:
- Las personas con sangre del tipo O son "donadoras
universales". Es decir, pueden donar sangre a cualquiera de las que
tienen otros tipos de sangre pero sólo pueden recibir la suya propia.
- Las personas con
sangre del tipo AB son "receptoras universales", es decir, pueden
recibir sangre de todos los demás pero sólo pueden donar a los de su propio
tipo.
- Las personas con
sangre del tipo A pueden recibir
sangre de su mismo tipo y del grupo O pero no de las de los tipos B y AB. Y puede donar a los de su mismo tipo y a
las de tipo AB. Y las personas del tipo B pueden recibir sangre de su mismo
tipo y del grupo O pero no de las de los tipos A y AB. Y puede donar a los de
su mismo tipo y a las de tipo AB.
Este descubrimiento le sería
recompensado a Karl Landsteiner con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en
1930.
Además Karl Landsteiner descubrió
tres antígenos más (M, N y P) similares a los antígenos de los grupos A y B
pero, a diferencia de éstos, su presencia en los glóbulos rojos no supone la
existencia en la sangre humana normal de aglutininas
naturales. Y posteriormente se descubrió otro en 1940 junto a Alexander Salomon Wiener
que bautizaría como antígeno D o factor
Rh (llamado así porque lo encontró en
el suero de conejos inmunizados con sangre procedente de un mono de la especie
Macacus Rhesus). Este antígeno tiene su importancia cuando la madre no tiene el
antígeno y el padre sí ya que en el segundo embarazo los anticuerpos
específicos anti-Rh que desarrolla la madre pueden atravesar la placenta y
provocar el aborto o una enfermedad hemolítica en el recién nacido que cursa con ictericia: la temible eritroblastosis fetal.
Finalizo diciendo que posteriormente
se llegarían a descubrir hasta 42 antígenos distintos en los glóbulos rojos (su
incidencia es al parecer notablemente menor).
Los datos disponibles indican de
forma aproximada que el 45% de los europeos posee sangre del tipo O, otro 40%
del tipo A, el 11% del tipo B y alrededor del 4% del tipo AB.
La Aportación del Dr. James D´Adamo
La importancia de los antígenos es evidente ya que induce reacciones inmediatas en el
organismo. Por tanto, hace casi tres décadas el naturópata Dr. James L. D´Adamo se dio
cuenta de que los tratamientos dietéticos que aconsejaba a sus pacientes no
obtenían siempre los mismos resultados y se preguntó a qué podría deberse.
Su experiencia con los pacientes le llevaría a percatarse
sobre todo de que mientras la dieta vegetariana le sentaba estupendamente a
algunas personas y su salud mejoraba a otras no parecía hacerles apenas efecto
y a algunas incluso les sentaba mal y empeoraban. Aquello le sorprendió llevándole a la conclusión evidente
de que no a todas las personas les sienta bien el mismo tipo de alimentación. Intuyó que como la sangre era la fuente
principal de nutrición del organismo la respuesta podía estar en ella.
Decidió investigarlo y a lo largo de
muchos años tomó notas para poder luego cotejarlas y buscar posibles pautas
comunes. De esta manera llegaría a darse cuenta de que el tipo de alimentación estaba relacionado con los distintos tipos
sanguíneos.
Observó, por ejemplo, que las personas de sangre tipo A responden
mal a las dietas generosas en proteínas cárnicas pero muy bien a las ricas en
proteínas vegetales. Y que a esas mismas personas ni la leche ni sus derivados
les iban bien. Es más, también mejoraban con ejercicios leves como el yoga mientras los duros y dinámicos les producían malestar. Sin
embargo, a las personas de sangre tipo O
les sentaba estupendamente la carne y los ejercicios más intensos.
Llegó a la conclusión de que, "LO QUE ES ALIMENTO PARA UN HOMBRE PUEDE SER
VENENO PARA OTRO". Todas sus observaciones las recogería en un libro
titulado El alimento de un hombre (One Man´s Food) que vería la luz en 1980.
Dr. James L.
D'Adamo hizo un descubrimiento que podría revolucionar la medicina natural,
establecer una correlación entre el tipo de sangre de una persona y sus
necesidades dietéticas.
Sería sin embargo su hijo Peter J. D'Adamo quien igualmente estudiaría Naturopatía en el John Bastar
College de Seatle (EEUU) el que establecería ya esa conexión. Y lo hizo descubriendo en primer lugar que dos de las
principales afecciones del estómago la úlcera
séptica y el cáncer de
estómago se daba más en grupos sanguíneos concretos. La úlcera en las
personas del tipo 0 y el cáncer en las del tipo A.
Hasta que los datos acumulados le
llevarían finalmente a concluir que el
tipo de sangre predispone a las personas a un tipo de alimentación concreto y
distinto en buena medida a las de otros tipos. Incluso,
que predispone más a unas enfermedades que a otras.
También descubriría que la salud depende, en mucha mayor
medida de lo que la gente imagina, de la alimentación. Es decir, que hay alimentos que actúan positivamente en
los organismos de las personas con un determinado tipo de sangre mientras en
las personas de otros tipos son perjudiciales. Y no sólo eso: a su juicio una
alimentación no acorde con el tipo de sangre que se tiene es una de las
principales causas del sobrepeso u obesidad de muchas personas y la causa de
que no logren adelgazar cuando lo intentan. Algo que sí se conseguiría si se
dejara de ingerir los alimentos perjudiciales para su tipo de sangre.
Aclarar que el autor deja claro que
esas conexiones no son radicales. Es decir, no todos los organismos de las
personas del mismo tipo son intolerantes a todos los alimentos ni el grado de
sensibilidad es igual en todos al alimento al que son intolerantes. Las pautas
generales que ofrece tras sus años de estudio clínico son orientativas. En todo
caso, si desea profundizar en este tema sepa que encontrará las conclusiones de
Peter D'Adamo publicadas en su libro Los grupos sanguíneos y la alimentación.
¿Por qué ocurre así?
Padre e hijo, obviamente, se
preguntarían por qué reacciona de forma tan diferente la sangre de unas personas
con respecto a la de otras y a qué se debe la incompatibilidad manifiesta entre
ellas en algunos casos. Su conclusión es que cada grupo sanguíneo es el
resultado de un momento de la propia evolución humana. Según ellos, el grupo sanguíneo del tipo O el más
antiguo y extendido tendría más de 40.000 años de existencia y procedería de los hombres del Cro-Magnon,
cuya alimentación se basaba en la caza y por consiguiente en las proteínas de
la carne.
El siguiente en aparecer habría sido
el grupo sanguíneo del tipo A entre
25.000 y 10.000 años y apareció con las
primeras sociedades agrícolas cuya alimentación se basaba en el consumo de
cereales y vegetales, procediendo especialmente de Asia y Oriente Medio.
El grupo sanguíneo del tipo B procedería de las montañas
del Himalaya surgiendo hace aproximadamente entre 15.000
y 10.000 años siendo propio de los habitantes nómadas de las estepas
asiáticas.
En cuanto al grupo sanguíneo del tipo AB habría
surgido de la mezcla entre caucasianos (A) y mongoles (B).
Para los Dr. D'Adamo la reacción de
cada uno de los tipos sanguíneos se debería a que la sangre guarda una especie de "memoria celular" que
"recuerda" su ancestral tipo de alimentación.
¿Por qué reacciona la
sangre ante ciertos alimentos como si éstos fueran enemigos peligrosos a batir?
El Dr. Peter D'Adamo asegura que se
debe a las lectinas de los
alimentos. Las lectinas son un tipo de
proteínas cuyos antígenos también producen la activación del sistema inmune y consecuentemente,
el fenómeno de aglutinación en sangre. Algunas hasta pueden producir la muerte instantánea en
presencia de cantidades infinitesimales al convertir los glóbulos rojos en
coágulos que obstruyen las arterias.
Es el caso de la ricina (Ricinus communis) (una
de las toxinas más potentes conocidas, la cual se extrae de las semillas del ricino), aunque afortunadamente la mayoría de las lectinas de
nuestra dieta no son tan peligrosas. Y
lo importante es que cada grupo sanguíneo reacciona de manera diferente ante ellas.
Es decir, hay lectinas alimentarias que son rechazadas por las personas de un
tipo de sangre mientras no ocurre así con otros para los que incluso son
beneficiosas.
Resumidamente, ingerir alimentos que
contienen lectinas incompatibles con nuestro grupo sanguíneo puede ocasionar
diversas dolencias e impedirnos reducir el peso en caso de sobrepeso u
obesidad.
¿Cómo
saber a qué alimentos somos intolerantes?
Mediante un test de intolerancia alimentaria o sometiéndose al denominado Test del Iindicán.
Se trata de un análisis que permite calcular la eliminación a través de la
orina de indicán, una
sustancia del grupo químico de los índoles que se elimina por medio de las heces y la orina cuando el
aparato gastrointestinal y el hígado no consiguen digerir las lectinas de un
alimento. Como es obvio, cuando alguien consume alimentos ricos en lectinas
incompatibles con su grupo sanguíneo se constatará una mayor eliminación de
indicán al analizar la orina. El Test Indicán permite saber si tenemos
problemas con los alimentos pero no conocer cuáles son concretamente los que
nuestro organismo rechaza activando las defensas del sistema inmune.
Sin embargo, los test de intolerancia o sensibilidad
alimentaria sí los detectan por lo que lo más adecuado es someterse a
ellos. Una posibilidad a la que deberían optar todas las personas a las que se
le han diagnosticado una enfermedad autoinmune. Es muy posible que mejoren
simplemente eliminando los alimentos a los que su organismo reacciona con
malignidad.
Para el Dr. Peter D'Adamo, si el
test da un valor de 0 ó 1 no hay problema, si marca 2 o 3 hay algún problema y
si la cifra alcanza 3 o 4 la situación puede considerarse crítica.
Las conclusiones
más importantes que se derivan de las investigaciones de estos dos estudiosos
de la Naturopatía son: Que la sangre cumple un rol primordial en la
alimentación y en las enfermedades estomacales de los seres humanos.
Alimentos Beneficiosos,
Neutros o Desaconsejados
El Dr. Peter D'Adamo clasifica los alimentos en relación con los
cuatro grupos sanguíneos en beneficiosos, neutros y desaconsejados.
- Beneficiosos: Estos alimentos son en cada grupo sanguíneo los que
desarrollan un papel nutricional óptimo asegurando además una actividad
antioxidante, actividad antimutágena
y actividad anticancerígena.
Se podría decir que son "alimentos
medicinales".
- Neutros: Estos alimentos llevan a cabo un papel meramente nutritivo.
- Desaconsejados: Estos alimentos son los que contienen sustancias no
digeribles para los individuos de un determinado grupo sanguíneo debido a sus
lectinas específicas porque provocan la reacción defensiva del sistema inmune
que los aglutina para poder luego eliminarlos.
Características
generales del Tipo O
Las personas con sangre del tipo O presentan un sistema inmunitario
potente y muy activo, tendencia a una actividad tiroidea lenta, dificultad
de adaptación a nuevas condiciones ambientales y nutricionales, bienestar con
actividad física o deportiva regular e intensa y un aparato digestivo muy
eficiente capaz de metabolizar dietas ricas en proteínas (carnes magras,
pescado y marisco).
En general, las personas del tipo O deben:
- Consumir frutas y verduras en
abundancia y las hortalizas de la familia de las solanáceas (berenjenas,
patatas, etc.) Verduras
que hay que reducir su consumo son las crucíferas (coliflor, coles de Bruselas,
berzas...) Hortaliza
que hay que reducir, los tomates.
- Consumir carnes magras equilibrando
esa aportación con verdura. Deben evitar sin embargo la carne de cerdo, los embutidos,
las carnes en conserva y los alimentos en salazón.
- Consumir pescado y marisco a excepción
de pulpo, salmón ahumado, arenques en salazón, caviar y pez gato así como el
pescado salado, secado o en conserva.
- Están permitidos la mantequilla, los quesos frescos magros y
los quesos de soja. Limitar o evitar el consumo de
leche, lácteos, quesos y huevos.
- Eliminar todo producto que contenga trigo y
limitar los que llevan maíz y cereales.
- Evitar las bebidas gaseosas, los refrescos de
colas y el café, prefiriendo el té.
- Practicar alguna actividad física de forma regular. Van
mejor los deportes que requieren intenso esfuerzo físico.
- En presencia de problemas utilizar productos
fitoterapéuticos o infusiones de diente de león, menta, tila, olmo, fucus,
alholva, regaliz, lúpulo y rosa canina. Evitar las de
equinácea, áloe, bardana, genciana, barba de maíz o ruibarbo.
- Los alimentos que favorecen la pérdida de peso en las
personas del tipo O son, las algas marinas, pescados y mariscos, la carne de
hígado, las espinacas y el brócoli. Los alimentos que
favorecen el aumento de peso en las personas del tipo O son, el gluten del
trigo, el maíz, las judías, las lentejas y las crucíferas (coles, coliflor y
coles de Bruselas).
Características generales
del Tipo A
Las personas con sangre del tipo A presentan un sistema inmunitario
vulnerable, una buena adaptación a condiciones ambientales y nutritivas
estables, bienestar con una actividad física o deportiva relajante, un aparato
digestivo frágil que tolera mal la
carne, la harina de trigo, la leche y los lácteos, y al que le va mejor una
dieta vegetariana rica en cereales y legumbres.
Las personas del tipo A deben:
- Basar su dieta en el consumo de
fruta, cereales, legumbres y verduras.
- Consumir pescado sólo en pequeñas
cantidades (carpa, mero, bacalao, merluza, salmón, sardina, trucha) excluyendo los pescados planos como el lenguado y la platija.
- Limitar o evitar el
consumo de carne pero evitando los embutidos, las carnes (especialmente si
están en conserva) y los alimentos
salados o ahumados (embutidos, carnes en conserva, alimentos en salazón...).
- La soja y sus derivados le son
particularmente beneficiosos. Evitar el consumo de
leche y productos lácteos.
- No consumir alimentos
precocinados.
- Consumir de forma habitual semillas
oleaginosas (aceitosas) y frutos secos. Evitando las
nueces brasileñas y los pistachos.
- Reducir el consumo de
productos a base de harina de trigo.
- Practicar actividades físicas
relajantes bicicleta, natación, excursiones, yoga, Tai-Chi.
- Utilizar en caso de malestar
productos fitoterapéuticos o infusiones de manzanilla, cardo mariano,
equinácea, valeriana, áloe, bardana y espino albar. Evitar
la barba de maíz y el ruibarb.
- Los alimentos que favorecen la pérdida de peso en las
personas del tipo A, son los vegetales, los aceites vegetales, la soja y la
piña. Los
alimentos que favorecen el aumento de peso en las personas del tipo A, son las
carnes, los alimentos lácteos, las habas y el exceso de trigo.
Características
generales del Tipo B
Las personas con sangre del tipo B presentan un sistema inmunitario activo,
facilidad de adaptación ambiental y nutricional, bienestar con actividades
físicas o deportivas moderadas y equilibradas y un aparato digestivo eficiente
que le permite seguir una dieta variada y equilibrada con leche y lácteos pero
que posee poca tolerancia a los embutidos, la carne de cerdo, el marisco, las
semillas y los frutos secos.
Las personas del tipo B deben:
- Llevar una dieta variada y
equilibrada.
- Consumir abundantes frutas y
hortalizas de hoja verde.
- Consumir carnes magras, evitando las de pollo y cerdo así como los embutidos.
- Consumir pescado, evitando los mariscos. No se
recomiendan las gambas, los cangrejos, la langosta, los mejillones, las ostras,
las almejas, el pulpo, las anchoas, la anguila y los caracoles.
- Consumir huevos, leche y productos
lácteos es el único tipo de sangre que los tolera bien.
- Limitar los productos a base
de trigo y maíz.
- Limitar el consumo de
semillas y frutos secos.
- Practicar actividades físicas
moderadas y equilibradas como los ejercicios aeróbicos, la bicicleta, la
natación, el yoga o el tenis.
- Utilizar en caso de malestar
productos fitoterapéuticos o infusiones de salvia, menta, ginseng, eleuterococo
o regaliz, evitar la tila, lúpulo, ruibarbo, áloe,
barba de maíz y alholva.
- Los alimentos que favorecen la pérdida de peso en las
personas del tipo B, son los vegetales de hoja verde, el té de palo dulce,
carne especialmente la de hígado, huevos y los lácteos. Los alimentos que favorecen el aumento de peso en las personas del tipo B, son el maíz, las lentejas, los cacahuetes, las semillas de
sésamo, el trigo y el trigo sarraceno.
Características
generales del Tipo AB
Las personas con sangre del tipo AB
presentan según D'Adamo un sistema inmunitario vulnerable, facilidad de
adaptación a las condiciones de vida modernas, bienestar con una actividad
física o deportiva relajante que exija esfuerzos moderados y un aparato
digestivo frágil que precisa una dieta mixta moderada y tolera mal las carnes
rojas, la pasta, las alubias y los frutos secos.
Las personas del tipo AB deben:
- Limitar el consumo de
carnes rojas y evitar las carnes en conserva o ahumadas así como los embutidos.
- Consumir pescado y marisco, evitando la langosta, las gambas, los cangrejos, las ostras,
las almejas, el pulpo, la lubina, las anchoas y la anguila.
- Evitar el consumo de
productos a base de harina de trigo y limitar el consumo de pasta.
- Consumir leche, lácteos y quesos…salvo cuando al hacerlo haya producción excesiva de moco con
afecciones de las vías altas respiratorias. En tal caso deben suprimirse.
- Consumir frutas especialmente
ciruelas, uvas, piña y frutas del bosque y hortalizas en abundancia, sobre todo
tomate.
- Preferir las grasas vegetales,
primando el aceite de oliva, evitar el vinagre.
- Eliminar los encurtidos y
la pimienta.
- Preferir las actividades físicas y
deportivas relajantes que exijan sólo esfuerzos moderados.
- En caso de malestar utilizar
productos fitoterapéuticos o infusiones de manzanilla, cardo mariano,
equinácea, eleuterococo, regaliz o espino blanco, evitar
la tila, lúpulo, áloe, barba de maíz, alholva y ruibarbo.
- Los alimentos que favorecen la pérdida de peso en las
personas del tipo AB, son las verduras, las algas marinas, pescados, lácteos, la piña y el tofu. Los
alimentos que favorecen el aumento de peso
en las personas del tipo AB, son las carnes rojas, el maíz,
el trigo, el trigo sarraceno, las semillas de sésamo, las alubias, las judías.
Conclusión: Esto es un breve resumen de lo expuesto por padre e hijo, los
doctores D'Adamo. Apuntar que la generalización propuesta es demasiado amplia y
probablemente no responda a la individualización.
Grupos sanguíneos y Cáncer
Los
grupos sanguíneos de más riesgo de cáncer son los grupos A y AB, B no tanto, y
O apenas. La alimentación óptima según los grupos sanguíneos es una garantía
para una movilización máxima del sistema inmunológico contra el cáncer. Cáncer
es curable con alimentación de grupo sanguíneo.
Enlaces
Fuentes.
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